domingo, 25 de octubre de 2009

Blanco







Hay historias que se escriben a si mismas que deciden su gestación, como si se tratara de una realidad que el viento lleva cantando hasta una pluma...


Blanco

“La soledad es blanca mamá el frio es blanco” jalaba la falda de su madre pero ella no entendía sus palabras.



Notándose incomprendida la nena se preparó para correr, ¿A dónde? En realidad a ningún lugar, solo sintió deseos de correr ; pero su madre la tomo por el brazo y se puso de rodillas para encontrarse a su nivel (eso que hacen los adultos cuando quieren descifrar a los niños).



Deseaba preguntarle a su hija muy quedito a que se refería, porque gritaba conmocionada justo esas palabras y peor aún porque a ella le producía tanto horror escucharlas.



“Niña me dijiste que la soledad es blanca, que el fin es blanco, ¿Qué significa? ¿Qué quieres decir?”. Pero el vacío era inmenso en la cabeza de María Ángel, y la nena también comenzó a sentir un miedo envuelto en algodones, sostenidos por telas de araña blanquísimas. Los grandes no entienden a los niños, mucho menos si ellos mismos no se entienden. La pequeña no podía sostener la mirada, los ojos desorbitados, buscaban respuestas dentro de sí, pero nada. Allí estaba su mami parada frente a ella con una rígida mueca de contención y nada.



La señora Mina entrecerró los ojos frunciendo el ceño y luego de un suspiro, decidió rendirse. Tal vez fue algo que la nena escuchó por ahí, los chicos escuchan tantas cosas raras, ¿Por qué tendrían un color la soledad o el fin? Y después de todo ¿Qué podía saber una niña de 6?, se secó las manos como siempre con un paño de cocina y le pidió a la nena que la dejara en paz, no estaba “para juegos ahora mismo”.



Ahí acabo todo aquel día , la niña había escuchado el sonido de quiebre que venía de su mamá, algo muy viejo, muy en el fondo se había roto, un crujido obtuso y grave anunciaba el final, o el principio de uno.



Hacía 2 semanas desde aquella ocasión, todo indicaba que nadie quería recordar un momento tan extraño. La señora Mina enrojecida por la furia intentaba reparar la tubería de la cocina “No son necesarios los plomeros, ¿Por qué van a ser necesarios los plomeros…” Pero su actitud no se debía a la tubería rota, las cuentas por pagar o los plomeros que cobran mucho porque se creen necesarios; sus problemas eran un alma partida en millones de trozos irrecuperables, un montón de años de pagar por algún error del pasado, un ex marido que se llevo gran parte de su vida porque se cree necesario y un algo que ha olvidado pero la atormenta día tras día. Si se tomara un minuto para escuchar esa voz que susurra desde su inconsciente entonces sabría. “Así no es, no, solo importa el aquí y el ahora, es todo lo que importa, si, es todo”. Usando la fuerza que da la rabia y evitando a toda costa sus pensamientos, al fin termina con esa tonta tubería; ella también puede arreglárselas sola con cualquier tubería o con cualquier cucaracha. Y al fin esas voces internas se callan para dejar pasar la felicidad, al menos por un instante.



Poniéndose de pie toma un paño de la cocina para secar sus manos, y sin desearlo; al mirar a la ventana vuelan de regreso, todos los recuerdos (Los buitres siempre esperan junto a un corazón moribundo) de nuevo aquella sensación; de vuelta un millón de promesas sin cumplir, de momentos extraños, dolorosos, huesos rotos y moretones y crash un cuerpo sobre aquella loza junto a ella. Horror escarlata por do quier, horror escarlata en sus manos. Si esas paredes pudieran hablar, si esa ventana se callara de una vez por todas.



Como un grifo abierto para siempre, comienzan a caer las lagrimas, primero unas pocas y tras unos segundos es el llanto incesante, de quien se golpea de frente consigo misma. No lloraba así desde hace mucho, no lloraba así desde hace más o menos 6 años, las emociones contenidas por tanto tiempo rompieron la represa e inundaron lo poco que quedaba en pie. Un chillido punzante le pellizca la nuca devolviéndola a la realidad “El señor es mi pastor nada me faltará, en verdes pastos me hará caminar, el señor es mi pastor nada me faltara”.



Allí está la nena jugando solita en su habitación, con esa muñeca horrible otra vez, de todos sus juguetes tiene que jugar con algo que encontró tirado y sucio, junto al viejo roble del jardín, esa muñeca de sonrisa hiriente y amenazadora, en definitiva no le agrada nada a Mina; le produce una sensación espantosa, esa mirada vidriosa que le recuerda al pescado frito por alguna extraña razón; Simplemente no soporta la mirada de esa muñeca. ¿Y si la nena decide preguntar? ¿Si de repente quiere saber de su padre o de su hermano? “No tal cosa no puede pasar, los niños no preguntan esas cosas, los niños no saben nada, nunca saben nada, eso decía mi madre, eso pienso yo; ¿Y si lo hiciera que respuestas saldrían de mi boca?... Mentiras, porque la verdad es muy dura para un par de oídos tan pequeños, la verdad es muy dura para cualquier par de oídos”. De pronto una imagen se apodera de la mente de Mina, el Jardín, ese maldito jardín que fue refugio de penas y temores en el pasado y hoy se `pierde entre la niebla; ese jardín donde una vez cultivo Lirios y rosas, no es ahora más que el cementerio donde enterró un pasado olvidado. Hoy solo crece en medio de la maleza y la tierra seca, una flor violeta, que de alguna forma se mantiene con vida lejos del sol junto al viejo roble.



La sombra de los recuerdos grita al cielo en ese jardín y entre la bruma vienen de viaje sobre el aire frio las imágenes vagas de una tragedia, las voces y susurros. Un antes rodeado de niebla viene en oleadas difusas.



Hay un niño pequeño sentado junto a su hermanita; el pequeño Ángel recién cumplió 7 años, María Ángel acaba de nacer y el no puede dejar de mirarla, la nena le produce una curiosidad y ternura enormes, esos pies tan pequeños y morados que se mueven tan rápido , como si quisiera huir de casa. Y es tal vez también por eso que su madre llora, tal vez todos quieren huir. Pero dibujar anima a los niños, así que decide dibujar algo para ella y adorador de los colores solo necesita encontrar uno perfecto para representar a su mamá.



Papi y mami discuten en la cocina, otra vez algo sobre mudarse, algo sobre la palabra futuro que tanto le molesta a su papá, Ángel acostumbra cerrar los ojos con fuerza cuando estas cosas suceden, el siente deseos de huir, la única salida es el jardín; en una casa en medio de la nada, afuera es mejor que adentro y el jardín es el único lugar a donde ir. Toma a la nena con sumo cuidado, el es un niño valiente, las peleas no lo asustan, se ha habituado a ellas, pero hoy no está solito en medio del conflicto, ese manojo hermoso de lagrimas y babas, con pies morados y manos diminutas que aprietan fuerte, no tiene que escuchar los gritos. Ya afuera cubierto de la noche, todo es más seguro y cerrando sus ojos con fuerza, intenta borrar lo que sucede dentro de la cocina; Los grandes no entienden a los niños. Los grandes nunca entienden nada.



El sartén repartía aromas herbarios por la cocina, El pescado frito mira fijamente a la pareja mientras discute, o eso siente Mina, ella siempre se sintió vigilada por todas las cosas.”… Y dices que no quieres largarte de aquí, tú nunca quieres irte de ningún lugar, tú nunca estas de todas formas, y cuando estas, solo vienes ebrio a golpear a todo el mundo, eres solamente el héroe de los instantes que mata cucarachas y nada más. No te importa nuestro futuro, no soporto este lugar tan lejos del mundo como una ermitaña, me voy a volver loca aquí”. ¿Loca? Hace mucho que Víctor sentía que su esposa estaba loca, de cualquier forma no sería algo nuevo; rescatando algunas excepciones su familia entera estaba loca. Esa manía de animar todas las cosas, de creer que en cualquier lugar hay ojos vigilantes hacia ella, y que las tuberías, las lámparas y hasta las cucarachas susurran su nombre por las noches. Quizá su esposa tenía razón y la soledad la estaba enloqueciendo; de cualquier forma los delirios de su esposa se detonaron al llegar a esa casa en medio de la montaña; pero fue tan fácil adquirirla, su anterior propietario casi se las regalo desesperado... con unos cuantos arreglos estaría bien y se veía hermosa cuando la compraron, con esa apariencia Tétrica, pero acogedora y al llegar la noche tomaba una atmosfera Lóbrega , blanquísima y helada entre la niebla y formas extrañas que se movían indefinidas por ahí. En verdad era un lugar difícil de habitar pero ¿Cómo se irían de allí? Irse de una casa implica muchos gastos y estaba ese bebe nuevo, que es otra boca para alimentar, siempre se podía esperar un poco más, a que mejoren las cosas, que el nuevo empleo diera sus frutos. “Vamos mujer en algunos meses las cosas mejoraran, yo vendré más a casa, intentaré dejar la bebida, vamos Minita espérame un poco, no seas Blanca”.



Mina había escuchado eso tantas veces, ya había perdido la cuenta pero adoraba que la llamaran de esa forma, inventar en ello una pizca de cariño, aún podía hacerla estremecer, el hombre que ella amaba solo la llamaba Mina o Minita, cuando necesitaba “Algo de comprensión” el resto del tiempo no la llamaba de ninguna forma. Ella tuvo una infancia dura, su madre le decía Blanca y la odiaba o eso sentía Mina, pero su padre fue su único amigo, murió joven y la llamaba así Mina o Minita, tal vez por eso la sola palabra podía hacerla bajar la guardia como bien sabía Víctor; pero que la llamaran Blanca le crispaba los nervios y podía enfurecerla o derretirla.


Esta noche todo acabaría, el final de la discusión sería distinto “Ese pescado, esos ojos, como deseo que deje de mirarme”. De repente un chasquido, un silencio abrumador y luego el grito más agudo y hondo que haya escuchado en toda su vida. Solo veía a su marido con la cara repleta de aceite y puntos rojos (como detesta Mina los puntos muy pequeños y muy juntos, le resultan escalofriantes) solo escuchaba a chillidos el color de su nombre “Me lo pagaras Blanca maldita, lo vas a pagar muy caro” sentía el hedor del pescado que ahora sobre el suelo seguía mirándola acusador , y entonces desde la ventana pudo ver a su pequeño que la observaba aterrorizado con la nena en brazos: “La soledad es blanca mamá, el miedo es blanco.




Gritos, frio y todo quedó en silencio.




La imagen de su hijo, parado en la ventana cubierto por la niebla y esas palabras; sintió un deseo irracional de correr hacia el ¿para abrazarlo? ¡Para matarlo!


Era la ira reprimida por siglos de soportar humillaciones, insultos, huesos rotos y moretones, los gritos de ese ser que a veces se apoderaba de ella y no debía dejar salir, hoy no habían sido acallados.


No hay justificación alguna para lo que hizo aquella mujer y lo que no hizo aquel hombre.





Entre Angustiada y eufórica, se abalanzó sobre el niño y de un jalón le hizo entrar en la cocina. Pero Ángel se aferraba a la nena, esa loca de ojos vidriosos, abiertos y enormes no le haría nada a la pequeña, el era un niño valiente y no permitiría que nada la dañara, era su hermanita, su responsabilidad. Con los ojos llenos de lagrimas y temor sosteniendo con fuerza su tesoro, solo atino a decir “La soledad es blanca mamá, el frio es blanco.”



Otro Chasquido, un ruido sordo y ahogado de piel cortada.


Y de pronto todo es blanco.




En los ojos de un Ángel, el fin




Acababa de matar a su hijo y Con la mirada fija en su pequeña; Blanca se disponía a terminar con todo y con todos. Arrancando el cuchillo del pequeño cuerpecito,se dirigía a terminar con la vida de otra flor; pero algo la detuvo, un choque repentino consigo misma tal vez, un vuelco de realidad, un pedazo fugitivo de cordura o una pizca de amor quizás.




Lloró y el llanto infinito no traía de vuelta a su pequeño (el tiempo no regresa cuando se necesita resarcir algún error).




Mirando sus manos bañadas de horror escarlata, oliendo a pescado y sangre, Mina se arrodilló para llorar, condenada para siempre, con el peso de quien se sabe enemiga de sus manos, esclava de su pasado, de su presente.






A lo lejos la silueta de aquel hombre que huía despavorido. A lo lejos ella lo observa como en una película muda y en cámara lenta.



Todo se termina de alguna forma.


Ahora esta terriblemente claro: "La soledad es blanca mamá, el frio es blanco."



4 comentarios:

Mónica Bezom dijo...

!Ufff! Qué denso, terrible y desgraciadamente tal real. No sé como te arreglas para fotografiar paso a paso, el devenir de los pensamientos, su viraje hacia la momentánea locura; el simultáneo razonamiento del niño, que no puede imaginar tanta locura, yo no sé, Edmy, vuelvo a inclinarme ante tu sensibilidad y perdoname, pero no recuerdo haber comentado un texto de esta naturaleza.

Es que me acordaría.

Aunque quien sabe. Lo cierto es que estoy pasmada; tiene algunos detalles de puntuación que no me da la gana señalar, porque estoy bajo el influjo de la idea desarrollada con acierto e impiedad; ergo, tales detalles se pierden en la fuerza arrolladora del relato y el atroz realismo de las emociones que atormentan a los involucrados, contadas con sobriedad y excelencia.

Muy buen texto.

Un abrazo admirado, Edmy.

Edmy dijo...

Gracias Turkeeee

Tú ya sabes porque no me canso de decirlo que para mi es un gran honor tu presencia...

había un comentario donde decía que volverías para leerlo con calma, Tal vez el relato quiso desaparecer y aparecer para que lo visitaras de nuevo.

Y si Turke suscribo eso que dices y es que la momentánea locura puede causar estragos en un alma atormentada como la de este personaje.

Esta historia nació tan de pronto, tan natural que mis manos se negaron a detenerse hasta terminar; supongo que estudiar psicología me ha abierto los ojos a ese mundo dentro nuestro que permanece oculto a la mirada indiferente.

Gracias Turke haces una lectura profunda de mi texto y eso me encanta, me llena de orgullo y me honra.

yo nunca sé que decir cuando te veo en mis humildes letras más que gracias porque me deleita saberme visitada por ti que eres tan grande. Oye y sobre los detalles de puntuación no me molestaría si me ayudas con eso ya sabes que soy muy mala con la ortografía. De nuevo un millón de besos y mi eterno agradecimiento Turke. Att. Edmy

Mónica Bezom dijo...

"yo nunca sé que decir cuando te veo en mis humildes letras más que gracias porque me deleita saberme visitada por ti que eres tan grande."

Querida Edmy: yo soy grande -y tan, tal vez- sólo de edad, nada más. Tus palabras me averguenzan. Vos, con tu juventud, tenés una lectura de las emociones del animal humano que asombran y enseñan. Y esa es tu alma, tu pluma, que en tan breve tiempo sobre la tierra -pero quien sabe cuánto en el universo-, revuelve en las indignidades ajenas hasta tornarlas simplemente en resultados de ciertas condiciones, bajo determinados aspectos; no sé si es empatía, ni quiero hacer un intercambio de elogios. Decirte sencillamente que no soy grande, salvo de edad, y que tus letras se merecen un poco más de estima por parte de su creadora.

Ya te paso por mail eso de la puntuación; ahora mismo no le encuentro nada reprochable.

Te mando un besote. (Y no me contradigas, ¿eh? Los grandes somos así, ¡jaja!)

Edmy dijo...

jajaj esta bien no te contradigo entonces. Turke Gracias por estar siempre y por llenarme de ganas de seguir. Un besote y un abrazo..